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La Política y la Universidad

la gran mayoría de los delegados estuvieron de acuerdo en que las universidades no deben mezclarse activamente en política, pero que sí deben ser sensibles a las aspiraciones de los pueblos a los cuales sirven. Su misión es la de evaluar serenamente los problemas y preparar hombres que en el porvenir asuman los puestos de dirección de la sociedad.

“Ni torres de marfil, ni actuantes en política” fue el criterio general.

Señalaron, entre otras cosas, que las universidades deben desarrollar el espíritu crítico de los estudiantes para que estos no sean víctimas de la propaganda, así como de la necesidad de que preserven su autoridad moral e intelectual y de la urgencia de arrancar de la vida universitaria la emocionalidad política, la influencia del dinero, la obligación que se tiene de conservar su calidad de encauzadora de la vida cultural.

Los profesionales deben estar formados con alto sentido social.

“No hay que precipitar a la acción política a los estudiantes.  Antes que todo, hay que capacitarlos para dirigir y no ser arrollados prematuramente por corrientes disolventes y amañados”.  Pero hay que estar siempre atentos a los problemas de toda índole, incluyendo los políticos, desde luego, pero estudiándolos con serenidad, evaluarlos, y, fieles a la verdad, formar a quienes habrán de ser los dirigentes de la sociedad del futuro.

Otro delegado dijo:

“Hay que formar mejores técnicos pero con sentido social, porque sólo técnicos sería como deshumanizar al hombre. Pero imbuirles sólo de sentido social, sería impregnarlos de demagogia”.

Esta fue la tónica general, pese a que había hombres de las más diversas ideologías, pero todos, aproximadamente, coincidieron en estos puntos de vista.

El Dr. Pablo González Casanova, director de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de México, dijo: “Una de las miras de la Escuela está en intensificar los diálogos entre los hombres de todas partes, discutir los conceptos, inclusive los que se consideran “tabús”, para analizarlos”

La Escuela, continuó, ha seguido la tradición universitaria basada en el principio de libertad de cátedra investigación, fomentando el diálogo, el análisis, la discusión de todas las teorías e ideologías y de quienes las sustentas, con la seguridad de que esta es la mejor forma de preparar al estudiante frente a las situaciones de crisis, y de impedir, mediante el razonamiento y el análisis, que las actividades demagógicas, irracionales, etc. limiten o vuelvan rígida su decisión política, en una época en que cada vez es más necesario que cada quien – ciudadano o funcionario público – obre con más clara conciencia de los efectos que pueden tener su decisión y su acción política.

En sentido semejante se pronunciaron el Dr. Gama Barbosa, de la Universidad Católica Pontificia de Río Grande do Sul, Brasil: La Universidad no debe despreocuparse de los problemas actuales de los pueblos.  Debe estudiarse, pero hacerlo con su método, con serenidad, objetivamente y con respeto absoluto a la verdad, pues la actividad política perturbaría la vida universitaria, restándole calma para sus investigaciones.