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ESTE ES EL MOMENTO DE LA UNIVERSIDAD

 

La crisis de Nicaragua, o, mejor, el decaimiento de Nicaragua se halla en todos sus órdenes: en el cultural, económico, político, moral, deportivo, etcétera.  No hay un sólo valor que se mantenga intacto, mucho menos en vías de resurgimiento.  Los partidos políticos, las instituciones de todo tipo y las opiniones individuales sinceras convienen en que tal decadencia es evidente.

¿Causa? No es esta ocasión de examinarla.

Tal panorama, sin embargo, no ha de relajar nuestra voluntad de recuperación.  Todo lo contrario, nos servirá para levantarnos de esta postración y encarar el problema real de nuestro país.  Un problema perentorio.  Los acontecimientos que se acercan en Latinoamérica, el movimiento obrero, la crisis económica, el planeamiento de la industrialización centroamericana y nuestro mercado común, nos hallan, como se dice en el béisbol, fuera de base.  Nos halla así porque carecemos de una clase media impulsiva y vivaz, porque tenemos una clase obrera dividida y deficientemente preparada, un campesinado sumido en la miseria y sin necesidades de consumo, y una plutocracia de pocos vuelos. Estamos, pues, mal equipados para enfrentarnos a estos tiempos de lucha y en condición inferior a los otros países centroamericanos que y disponen de un personal capacitado para ello.

Y este personal que nos falta es de médicos, particularmente médicos rurales, químicos, abogados especialistas en derecho social y organización sindical; es de ingenieros de caminos, de electricidad, de mecánica, de planeamiento urbano, de agua, luz… es de higienistas, dentistas y sanitarios, de administradores públicos, de seguro social, de contadores públicos, de actuarios, de periodistas, maestros de educación secundaria y normal, de farmacéuticos e industriales, de administradores de negocios y comercios, de banqueros y economistas… en fin, necesitamos de una clase media bien preparada, impulsiva, nicaragüense y para los nicaragüenses, que se han formado en Nicaragua y no fuera de ella, y que piense y sienta patrióticamente.

Y esta clase media, este inmenso grupo de hombres que necesitamos para el desarrollo de este país, solamente puede forjarse en la Universidad.  La distancia en que ahora nos encontramos para crear un centro de estudios superiores capaz de cumplir esa misión, es enorme.  ¿Cómo puede hacerse?…  ¿Qué planes tenemos?…

El único plan que tenemos es el demostrar a los nicaragüenses, de todas las clases sociales, que el porvenir del país está en la organización de una Universidad capaz de formar ese grupo de profesionales con mística patriótica, con amor patriótico, con orgullo patriótico, capaz de levantar de su postración a Nicaragua y de colocarla más allá y por encima de donde nos hallamos, en relación con los otros hermanos de Centroamérica, por lo menos.  Convencer a los obreros que es en la Universidad donde se halla el futuro de sus hijos y el presente que resolverá la dignidad y abundancia de su trabajo, de las empresas que han de venir; convencer a los políticos que la única y sana política se halla en ese engrandecimiento, y convencer a los plutócratas, que un pueblo sano, instruido y preparado es el mejor de los clientes para consumir mercaderías.

Es preciso convencer al gobierno que su mejor negocio y que su deber como gobierno, es el de procurar la formación de esos científicos y técnicos y no verse en la necesidad de importarlos o de mal formarlos en el exterior, colocándonos en situación de inferioridad.

Ese es el único plan que tenemos.

La esperanza de realizarlo está en la organización que estamos haciendo, con ayuda de técnicos, de nuestras escuelas.  Ya contamos con un proyecto de organización minuciosa, hasta el último detalle, de la Escuela de Medicina, hecha por un técnico en la materia, la que esperamos presentar muy pronto al Presidente de la República para que le dé su aprobación.

Tenemos adelantados los planes para una Escuela de Economía y una planificación general de viejas y nuevas escuelas universitarias.  Permanecemos en contacto con las otras universidades centroamericanas, con la Unión de Universidades de la América Latina y con la Organización Internacional de Universidades, así como con todos los organismos mundiales interesados en el desarrollo de la enseñanza superior.

Sólo esperamos la «materia catalítica», de un presupuesto adecuado.

Tenemos la creencia de que el presidente comprenderá que este es el momento de las universidades y que Nicaragua, actualmente, ya ha comenzado, gracias a su autonomía, a marchar por ese camino.  Estamos trabajando y pedimos ayuda a todo el mundo, pues esto es de urgencia absoluta.

 

12 de diciembre, 1958.